Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. (Cantar de los Cantares 8:6)
Los celos son uno de los impulsos más fuertes que el hombre conoce. “Cruel es el furor e inundación la ira; pero ¿quién se mantendrá ante los celos?” (Proverbios 27:4).
Existen dos formas de celos: los celos legítimos, que se fundamentan en el amor, y los celos ilegítimos, que se fundamentan en la envidia. Los celos legítimos se despiertan cuando alguien a quien amas y que te pertenece aleja su corazón y te reemplaza con otra persona.
¿Te cuesta no tener celos de los demás? Tu amiga es más popular, así que sientes odio hacia ella. Tu compañero de trabajo obtiene el ascenso, y no puedes dormir esa noche. Quizá no haya hecho nada malo, pero te amargas debido a su éxito.
Los celos son una lucha común. Se disparan cuando otra persona te eclipsa y obtiene algo que tú quieres. Esto puede ser sumamente doloroso, según tu nivel de egoísmo. Si no tienes cuidado, los celos se meten como una víbora en tu corazón y atacan tus motivaciones y relaciones.
Si no disipas tu enojo aprendiendo a amar a los demás quizá, con el tiempo, comiences a conspirar contra ellos. La Biblia dice que la envidia lleva a las peleas, a las riñas y a toda cosa mala (LEER SANTIAGO 3:16,4:1-2).
En general, los extraños no te producen celos. Más que nada, te sientes tentado a tener celos de los que están en el mismo ámbito que tú. Trabajan en tu oficina, están en tu equipo, se mueven en tu círculo... o viven en tu casa, si no tienes cuidado, los celos también pueden infectar tu matrimonio.
Cuando te casaste, se te asignó la tarea de transformarte en el mayor animador de tu cónyuge y en el capitán de su club de admiradores, los dos se transformaron en uno y tienen que participar del placer del otro. No obstante, si reinan los celos cualquier cosa buena que le suceda a solo uno de ustedes puede ser un catalizador de envidia en lugar de felicitaciones.
Como el amor no es egoísta y coloca a los demás en primer lugar, no deja que entren los celos.
El amor te lleva a celebrar los éxitos de tu cónyuge en lugar de sentirte disgustado por ellos. A un esposo amoroso no le molesta que su esposa sea mejor en algo, que se divierta más o que reciba más elogios.
Cuando él recibe elogios, le agradece a su esposa en forma pública por su apoyo al ayudarlo a obtener su propio éxito. Una esposa amorosa será la primera en alentar a su esposo cuando tenga éxito. No compara su propia debilidad con los puntos fuertes de él. Celebra en lugar de tener lástima de sí misma.
Es hora de dejar que el amor, la humildad y la gratitud destruyan todo celo que surja en tu corazón. Es hora de permitir que los logros de tu pareja los unan y les den mayores oportunidades para demostrar el amor genuino
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